OPINIÓN

¿Y las mujeres?

Por: Cecilia Velasco, PLAN V

A propósito de la reelección de la máxima autoridad de la Asamblea Nacional, varias reflexiones se actualizan y se debaten con pasión, en las redes sociales incluidas: ¿debería ser causa de orgullo para las ecuatorianas tener representantes de género entre las máximas autoridades nacionales? A la natural simpatía que se puede sentir hacia el hecho de que mujeres jóvenes ejerzan altos cargos, deberían sumarse argumentos de peso que afiancen con racionalidad la pura empatía. No se encuentran demasiados a la vista.
Por ejemplo, a pesar de ciertos gestos habidos a propósito de la discusión sobre el aborto por violación en la Asamblea, con posterioridad han dominado discursos -que justifican, atenúan o desvían la atención- a propósito de las declaraciones de Alexis Mera sobre el Plan Familia: con su prédica aleccionadora dirigida hacia las mujeres, liberó a los hombres –que son quienes pueden negar la paternidad o violar- de la obligación de una vida sexual responsable y respetuosa con sus parejas. Las últimas declaraciones de la vicepresidenta de la Asamblea Nacional, Marcela Aguiñaga: “Seré sumisa una y mil veces cuando se trate de luchar y reivindicar los derechos de la mujer” son en sí mismas un contrasentido.
Sería deseable, por decir algo, el que las mujeres que ostentan altos cargos públicos los ocupen en representación de reivindicaciones del feminismo. Si esta doctrina se plantea el que exista una distribución equitativa de cuotas de poder entre hombres y mujeres en ámbitos privados de la vida, la empresa o la organización, las mujeres que dirigen los destinos del país ¿no deberían luchar por garantizar derechos para sus conciudadanas, incluidos los de la potestad sobre el propio cuerpo? ¿Qué agenda del feminismo está siendo impulsada? Habría que reflexionar acerca de si la adhesión de figuras femeninas a las filas de partidos políticos supone un “plus” para las reivindicaciones de género o uno para el partido y para los jerarcas de los partidos.
No es demasiado aspirar a que posturas feministas sean consideradas en el ejercicio del gobierno, como no lo es el que cuestiones relacionadas con la niñez o las minorías sean objeto de política pública. Pero, como aún vivimos un retraso de décadas, en el Ecuador actual es posible que eventos políticos del presidente sean animados por bailarinas -que otrora nos parecían una burla de la política- pero que son, ahora, quienes casi matan de contento al presidente. Los piropos y cumplidos a las guapas durante las sabatinas –incluidas las ministras de minifalda- las alusiones sexistas, los chistes de oscura matriz, como uno “tres equis” que contó en una sabatina mientras se hablaba de la muerte de mujeres embarazadas, son la muestra de que, a pesar del elevado número de funcionarias en altos cargos políticos, se está aún muy lejos de considerar las cuestiones de las mujeres como dignas de reflexión y acción política. Todavía lo relacionado con el cuerpo de las mujeres, la inteligencia de las mujeres, su sexualidad, su derecho a reivindicar sus propias causas es objeto de banalización, desprestigio y burla. Lástima que algunas de ellas sean cómplices de un trato discriminatorio e insultante.

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