OPINIÓN

Guerra preventiva al capitalismo

por: Santiago Argüello Mejía

Diplomacia preventiva, víctimas colaterales, medios apropiados de tortura son todas expresiones que el Imperio acuña para hacer desaparecer, como en un acto de magia, las responsabilidades internacionales que debería aceptar con vergüenza y ánimo de enmienda. Repugna a la conciencia colectiva tanta desidia, cuanto más si el olor a pesebre en que nacerá el hijo del carpintero de Belén se difunde como una huella cruel de un capitalismo a tope, que subasta la memoria en una iglesia convertida en antro de mercaderes.
No hay producción de Hollywood que no tenga día de gracia o papá noel. Nada es más vendible que las vaquitas en el pesebre y el aliento de un niño salvador del mundo. Le rodean no príncipes venidos de oriente sino hombres de mala voluntad, para pedir prestada la expresión a Benedetti, vestidos de ovejas, cuando en realidad son rapaces depredadores que esperan arrinconar a sus víctimas a la salida de los templos, para que paguen con sus vidas las deudas que han adquirido en el aquelarre infinito de estos días.
En la Perla el papá noel desciende en el templo del comercio, valga decir en un centro comercial, desciende como espíritu de la navidad desde su propio helicóptero, los niños y las niñas le reciben a grito pelado haciendo saber sus preferencias. Todo está de venta a bajo precio y lo que no pueda comprar puede diferir a seis o doce cuotas sin demasiados intereses… compre hoy no espere para mañana. El evangelio mercantilista sustenta la teoría de que con pensamientos positivos las gallinas ponen huevos de oro y que le pidas al dueño de todo un auto de paquete…porque El es dueño de todo.
Y a la salida de la fiesta infantil tienen el descaro de decirles a esos mismos infantes empachados de turrón y atiborrados de ofertas, “pero lo importante es el nacimiento del Niño Dios” ¿Cómo podrían aprender esos niños a orar en silencio? ¿Cómo empezarían a aprender las vocales de la solidaridad y el amor, del compromiso? ¿Cómo aprenderían a condolerse de a poco en los dramas que hoy mismo viven México o el Oriente Medio, a preguntar al menos lo que pasa en esas latitudes donde muchos no sabrán estrecharse en un abrazo con consigna navideña?
Se han escrito palabras crueles en el cuerpo de los torturados, se mata a inocentes como que fueran una jauría de animales feroces, tras el pretexto de que amenazan nuestro cómodo pesebre festivo, el Imperio se levanta sobre un discurso de democracia y valores, mientras se derrumban sus torres junto con las víctimas que les servirán de escudo para planificar nuevas “guerras preventivas”
Y volveremos a escuchar el discurso de que eran métodos apropiados de tortura, que aún serían capaces de repetir si eran indispensables para enfrentar el terrorismo, supuesto responsable de los ataques más mortíferos. El recién nacido les mira a los ojos y les condena por sus culpas, les condena por el mal que irroga la injusticia, por los dolores en víctimas indefensas, por los ojos que en estas navidades se cerrarán de dolor e impotencia.

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