EDITORIAL

Manos limpias

El electorado que llevó a Rafael Correa a la presidencia lo eligió entre otras razones, por ser una figura nueva de la política, quien decía tener las manos limpias, no como muchos políticos de gobiernos anteriores de la llamada partidocracia. El Presidente constantemente repite que el suyo es un gobierno de “manos limpias y corazones ardientes”, y que “el pasado no volverá”.

Ciertamente que la historia el Ecuador está plagada de gobiernos en los que fueron frecuentes los casos de corrupción, negociados, tráfico de influencias, contratos a dedo y un largo etcétera de “perlas”. El actual gobierno definitivamente no hace la diferencia, se ha tratado de evitar al máximo que se investiguen posibles actos de corrupción, tal es así que de 8000 informes con responsabilidad penal presentados por Contraloría a la Fiscalía, Correa reconoce solo tres: el caso del exministro de Deportes “comecheques”, el caso Duzac y el de la exasambleista Esperanza Galván, sin citar otros como el caso de Pedro Delgado y el del gran hermano. Últimamente salió a la luz pública el caso Alex Bravo, presidente de Petroecuador, quien además ocupó altos cargos en esa institución desde el 2012, y quien habría otorgado nada menos que 140 contratos a familiares y amigos.

El Gobierno quiere atribuirse el “descubrimiento” de los ilícitos de Bravo, pero en realidad su nombre apareció a nivel mundial en los ya famosos “Papeles de Panamá”, donde consta entre quienes tenían empresas “offshore” en ese país. Esta información fue corroborada por una investigación llevada a cabo desde el 2007 por Fernando Villaviciencio, quien fuera perseguido y sentenciado durante el actual régimen por sus investigaciones sobre el 30S.

En su investigación, Villaviciencio señala que la rehabilitación de la refinería fue acordada en el 2007 por 180 millones de dólares, con la empresa Sumitomo Chiyoda, la misma que construyó la refinería hace 40 años. Sin embargo, el presidente Correa declaró el estado de excepción en el sector petrolero, se dejó de lado los procesos de licitación y se contrató directamente con la empresa coreana SK por presión política de Hugo Chávez, privilegiando un acuerdo político con el gobierno venezolano.

El proyecto de repotenciación constaba de una fase, pero se creó la fase dos -que nunca fue justificada ante la Contraloría. Este caso fue denunciado por el asambleísta Cléver Jiménez y su asesor Fernando Villavicencio, en el 2011. Luego se llevaron a cabo una tercera y una cuarta fase, sin licitación alguna, en la que se generaron muchos contratos con una serie de empresas nacionales, varias de la cuales fueron creadas sobre la marcha y sin ninguna experiencia en la construcción de refinerías. En estos contratos se incluyen los otorgados por Bravo a sus parientes y amigos. Total, el gobierno reconoció que la repotenciación de la refinería terminó costando 1200 millones de dólares, casi 7 veces lo inicialmente presupuestado!!!

Alex Bravo y su esposa, de un día para otro ya tenían 4 empresas en el país -al menos 2 de las cuales eran contratistas de la refinería- y además, 5 empresas offshore. Carlos Pareja Yannuzelli puso a Bravo en la presidencia de Petroecuador, y así pasó de vendedor de edredones a gerente de una empresa que facturaba 10 mil millones de dólares por año. ¿Es posible creer que el Vicepresidente Glas, cabeza de los sectores estratégicos y sin cuya anuencia nada se hacía en la refinería, no conocía de los manejos de Bravo? ¿Y el Presidente Correa? Todo parece indicar que este es un caso mayor, una verdadera red de corrupción en el gobierno de las manos limpias.

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