El genocida Efraín Ríos Montt murió en la impunidad

El general Efraín Ríos Montt, exdictador de Guatemala durante 17 meses entre 1982 y 1983, uno de los militares más sanguinarios de América Latina, responsable del genocidio llevado a cabo por los militares bajo su mando, acaba de morir a los 91 años en su casa, sin conocer la cárcel por sus execrables crímenes de lesa humanidad.

De acuerdo con varios informes, incluido “Guatemala, Memoria del Silencio” de la Comisión de Esclarecimiento Histórico patrocinada por la ONU, durante el corto mandato de Ríos Montt unas 10 mil personas, en su mayoría  indígenas, fueron ejecutadas extrajudicialmente, 100 mil personas fueron obligadas a abandonar sus casas y tierras y 448 aldeas fueron borradas del mapa, siendo el período más violento en los 36 años de guerra civil (1960-1996) que asoló a Guatemala.

Con el retorno a la democracia, este criminal fundó junto con exmilitares y políticos ultraconservadores, un partido de extrema derecha que le permitió ser reelegido diputado desde 1994 hasta 2012, período en que gozó de inmunidad por su investidura.

Pese a ello, el exdictador fue condenado en mayo de 2013 a 80 años de cárcel por genocidio y crímenes de lesa humanidad, en base a los testimonios de alrededor de cien testigos de los crímenes ocurridos en numerosas zonas rurales, incluidas las matanzas ordenadas por él y su jefe de inteligencia de 1771 indígenas de la etnia Ixil.

Pero diez días después, Ríos maniobró con habilidad para que la Corte de Constitucionalidad anulara su condena por supuestas fallas procesales y que se ordenara repetir su juicio. Sus abogados se encargarían de usar todos los recursos
legales y de mover las palancas necesarias para aplazar al máximo una nueva sentencia. Pasó el tiempo y ya no pudo ser condenado por supuestamente padecer de demencia senil.

Durante el juicio contra Ríos Montt, los testigos señalaron las violaciones generalizadas de mujeres y niñas a menudo delante de sus familiares y teniendo como consecuencia la muerte de muchas de ellas, y de las torturas sistemáticas de
campesinos en busca de confesiones. También informaron de la casi sistemática destrucción de las cosechas y apropiación de los animales domésticos por parte de los militares, intentando matar de hambre a una población a la que se acusaba de supuestamente colaborar con la guerrilla.

Todo esto ocurrió dentro de la siniestra Doctrina de Seguridad Nacional, patrocinada y financiada por los Estados Unidos, en su afán de combatir lo que consideraban la “expansión del comunismo en América Latina”. El expresidente Ronald Reagan fue un admirador del exdictador Ríos Montt, de quien dijo “sé que quiere una mejor calidad de vida para todos los guatemaltecos y promover la justicia social”.

El dolor por las muertes y daños irreparables ocasionados a miles de víctimas se hace más agudo cuando el responsable por ellas quedó para siempre en la impunidad. La humanidad no puede permitir que este tipo de barbaries se repitan, como tampoco puede olvidar el pasado, porque de ser así, estos atroces crímenes se repiten sin la más mínima esperanza de que los criminales paguen por sus culpas.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *