La Universidad Amawtay Wasi y la profunda molestia colonial

Extractos del artículo de Verónica Yuquilema Yupangui, abogada kichwa puruwá, aparecido en el portal “La línea de fuego” del 13 de Julio de 2018

Soy abogada formada en una de las tantas universidades en que nuca se discutió de pluralismo jurídico. Inicié la carrera casi a la par de la puesta en vigencia de la nueva Constitución y en la época se discutía de forma muy superficial y marginal la naturaleza jurídico-política del Estado Plurinacional e Intercultural que surgió por el forjamiento de los movimientos indígenas y organizaciones sociales, ambientales, etc. ¿Casualidad o intencionalidad?

Toda mi vida académica se desarrolló en centros de enseñanza donde lo “indio” sólo servía para folclorismo y de vez en cuando para mirar hacia la historia maquillada, donde lo “aborigen” era y es: pasado, olvido y vergüenza. Los pueblos y nacionalidades no eran sujetos de esa historia y mucho menos, eran considerados creadores de ciencia o pensamiento.

No he tenido la posibilidad de conocer de cerca todo el proceso de lucha y resistencia emprendido para que la “Universidad Intercultural de las Nacionalidades y Pueblos Indígenas Amawtay Wasi” haya sido reconocida como tal dentro de un Estado que durante más de una década se jactó de ser plurinacional e intercultural pero tampoco he estado alejada de las discusiones alrededor de esta propuesta.

Quisiera poner en evidencia algunas de las concepciones coloniales y eurocéntricas en que se basa el periodista Martín Pallares para sustentar su tesis de que la entrega de la UNASUR a la Conaie es una “pésima idea”.

Durante siglos, los pueblos indígenas sostenemos la economía de este país. El Ecuador fue fundado sobre la base de tributos, diezmos y la esclavitud de miles de “indígenas” y negros pero solamente con la lucha y la resistencia hemos conseguido ser tratados como ciudadanas y ciudadanos. En todos estos largos siglos, la población indígena ha tenido que pagar con creces por acceder a un sistema de educación, que dicho sea de paso, nos sigue excluyendo.

“Para qué fracturar aún más el sistema universitario del país con una nueva universidad de este tipo?”, se cuestiona. La propuesta de esta Universidad no es fracturar, sino que durante años, desde su creación, ha buscado que el Estado y la sociedad conozcan que hay otras formas de hacer ciencia, de ser y crear conocimiento, pese a que durante siglos de esclavitud varios de estos conocimientos fueron objeto de un epistemicidio burdo.

Se afirma que dicha Universidad “fracasó” según los estudios de los organismos de educación superior del Estado. Eso es así porque dichos estudios y evaluaciones no consideraron a Amawtay Wasi como una universidad porque no cumple con los estándares académicos eurocéntricos que dichos organismos manejan.

Más allá de destinar la sede de Unasur para una universidad pública intercultural, lo que se exige es lo que por derecho histórico nos corresponde porque nosotras y nosotros somos parte del Estado ecuatoriano. Es necesario descolonizar el pensamiento único, la ciencia única, los argumentos infundados.

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