El fracaso de las Unidades Educativas del Milenio

En medio del páramo andino, rompiendo la armonía con la naturaleza circundante se yergue imponente la estructura de hormigón de la Unidad Educativa del Milenio (UEM) de Pigua Quinidigua, zona indígena quichua de la provincia de Cotopaxi.A pesar de que el Plan de Educación 2008-2016 señalaba “un plan de infraestructura con identidad de acuerdo a la región y rescatando la tecnología arquitectónica de los diferentes pueblos”.
Construida para 570 estudiantes, no llegó a tener más de 300 y actualmente solo 135 se educan en sus aulas. Los microscopios nunca fueron y hay una gran cantidadde pupitres y mesas flamantes embodegadas. Un aula recibe apenas a 3 estudiantes. Para la mayoría de los potenciales estudiantes esta UEM queda muy lejos y prefirieron seguir asistiendo
a las escuelas unidocentes más cercanas, aunque algunas fueron cerradas. La opción de la mayoría de los que sí asisten fue contratar un transporte precario afectando el presupuesto familiar y la seguridad de los niños.

En medio de la selva, rompiendo la armonía con la naturaleza circundante se levanta imponente la estructura de hormigón de la Unidad Educativa del Milenio (UEM) de Playas de Cuyabeno, zona habitada por indígenas sionas, secoyas y kwichuas, amazónicos, en la provincia de Sucumbíos. La construcción es prácticamente igual a la de Pigua Quindigua. Al principio tuvo 400 estudiantes pero ahora hay solamente 209.

Algunos solo asistieron un año a la UEM y luego regresaron a las escuelas más cercanas a sus comunidades. Para los que siguen asistiendo, el viaje en canoa puede durar 2 horas de ida y 2 más de regreso. Además, no hay suficientes profesores: el operador de la canoa, el guardia de seguridad y el bibliotecario fungen de docentes sin tener la preparación necesaria. También hay equipos, computadoras y muebles a los que no se les da uso.

En medio de un valle de la Sierra, aparece la estructura de hormigón a medio construir de la UEM de Caluquí, parroquia González Suárez, cercana a Otavalo. El contratista recibió 4.7 millones de dólares pero la dejó inconclusa y faltarían 4 millones más para terminarla. Un miembro de la junta parroquial indicó que la comunidad no solicitó tener una UEM, lo que sí solicitó fue 1 millón de dólares para mejorar las 4 escuelas existentes, pero nunca recibió respuesta de las autoridades del gobierno.

El propio presidente Moreno ha reconocido el fracaso de las UEM en las zonas rurales y su gobierno proyecta reabrir mil de las escuelas comunitarias cerradas. Habrá que ver si hay los recursos para hacerlo.

Más de 800 millones de dólares han costado las UEM, sin embargo no se observan  mejoras en la educación, no hay suficiente personal capacitado para el uso de los equipos. En las zonas rurales hay muchos menos estudiantes de los esperados. Al ser construidas, no se tomaron en cuenta las características culturales de las comunidades indígenas ni su realidad económica, ni las largas distancias que deben recorrer los estudiantes para llegar a estas escuelas. Se saquearon los recursos del Estado, en una vorágine de despilfarro y corrupción. Como afirma la educadora Rosa María Torres, “las UEM son un proyecto arquitectónico sin proyecto pedagógico y una estafa social.”