El viacrucis de la denuncia de delitos en Ecuador

La palabra viacrucis, según la Real Academia Española, significa “sucesión de adversidades y pesadumbres”, esto porque se relaciona con los diversos momentos y los pasos que recorrió Jesucristo camino a la crucifixión, y que en la tradición cristiana se representa con 14 estaciones.

Guardando las proporciones, esta es la única palabra que puede usarse para representar de manera más o menos fiel el dolor de cabeza en que se ha convertido poner una denuncia de delitos o contravenciones en el país, en especial cuando se trata de hurtos y robos.

La denuncia en estos casos es necesaria no solo para que la víctima pueda buscar justicia sino también para poder recuperar documentos de identidad, también lo es para poder solicitar incapacidades laborales cuando se han sufrido robos, así como para poder obtener el alta hospitalaria y poder obtener la cobertura de seguros. Pero al parecer todo esto dejó de enseñarse a funcionarios del ECU 911, la Policía y la Fiscalía.

Es común escuchar quejas sobre la mala atención que se recibe de los agentes de policía y en las unidades de Fiscalía, pero que dos casos recientes sirvan de ejemplo del malestar común de la ciudadanía.
Caso 1, un hombre armado se sube al auto de la señora D., le fractura la muñeca con un golpe que le dio con la cacha de la pistola y le roba la cartera. Un vecino llama al ECU 911, minutos después llega un patrullero, toma nota de los hechos y deja sentado un “parte”.

Por la gravedad de la lesión la señora va al hospital donde la internan y le hacen cirugía. Días después va a la Fiscalía para presentar denuncia, allí le responden “no podemos tomar su denuncia porque no tenemos impresora”, se acerca a la unidad donde la redireccionan, allí tampoco le toman la denuncia “pues no somos los competentes”, finalmente se dirige a otra unidad donde le dicen que primero vaya a Medicina Legal “y vuelva mañana”. Ella no se mueve del lugar y se queja. Al cabo de varias horas alguien por fin la atiende y consulta por su número de cédula el “parte” del patrullero, solo para llevarse la sorpresa de que no estaba en el sistema.

Caso 2. En una red social una mujer denuncia que su mamá, adulta mayor, fue drogada y llevada a retirar dinero por delincuentes, y que cuando recupera algo de conciencia llama a la Policía para solicitar apoyo, recibiendo como respuesta “que no pueden hacer nada y que si le da la gana vaya a flagrancia”.

¡Vaya servicio de atención a los derechos de las víctimas! ¡Vaya servicios de calidad y calidez! Parece que las autoridades no supieran que lo único que las víctimas piden es un poco de orientación y respeto para obtener “ese bendito papel”, el respeto mínimo a sus derechos como personas, víctimas y contribuyentes del Estado, nada más que eso, pues la fe en la justicia se la robaron hace rato, y esa denuncia no la piensan poner.