La negación de políticos y empresarios ante cambio climático

Australia es un país enorme que está ubicado muy lejos de Ecuador y del que
conocemos poco. Sabemos que es un país desarrollado, con un alto nivel de vida,
pero también que hay problemas como la falta de agua y la desertificación de grandes
zonas. Recientemente, hemos sido impactados con imágenes de los enormes
incendios forestales que han arrasado una superficie de 100 mil kilómetros cuadrados,
lo que equivale al 40% de la superficie del Ecuador y que representa diez veces más
que los incendios en la Amazonía durante el 2019.

Los incendios han cobrado la vida de treinta personas y miles han perdido sus
hogares y pertenencias. Y nada menos que mil millones de animales han perdido la
vida o la perderán en el corto plazo, sin incluir a los invertebrados. Algunas especies
están siendo consideradas extintas debido a la pérdida de su hábitat. Esta información
resulta alarmante considerando que el 80% de la fauna australiana es endémica, es
decir, es propia del país.

Los incendios en Australia representan el más grande desastre ecológico en el planeta
y tienen que ver con la ola de calor, una sequía prolongada e incluso algunos fuegos
provocados. Esta situación se relaciona sobre todo con el calentamiento global,
fenómeno que afecta a todo el planeta y que ya ha sido plenamente identificado y
estudiado desde hace varias décadas. Sin embargo, no es reconocido por el primer
ministro australiano, Scott Morrison, ni por el presidente norteamericano, Donald
Trump, quienes se consideran públicamente como negacionistas del cambio climático,
pese a las abundantes y contundentes evidencias científicas.
Los peores incendios ocurren en Australia porque es un país que explota el carbón y lo
utiliza en grandes cantidades como combustible, produciendo las mayores emisiones de carbono y contribuyendo al calentamiento global. Además, la eliminación de
bosques para convertirlos en tierras de cultivo de agroexportación y ganadería, han
contribuido para llegar a este infierno sobre la tierra. Asimismo, el modo de vida
basado en un consumismo perverso de un país rico ha colaborado con este desastre
sin precedentes.

En Australia es evidente cómo el capitalismo ha privilegiado la acumulación en
beneficio de las transnacionales y grandes empresas, poniendo en riesgo la naturaleza
y las diferentes formas de vida, incluyendo las vidas humanas. Y esta catástrofe es la
muestra fehaciente que la destrucción seguirá ocurriendo en el planeta, quizá hasta
llegar a nuestra extinción, mientras no pongamos freno al calentamiento global y
también los poderosos políticos y empresarios que lo niegan.