Enormemente vulnerables

Durante esta pandemia y la crisis sin precedentes que vivimos existen muchas personas y grupos que se encuentran en una situación de enorme vulnerabilidad respecto a sus derechos. Aunque esta crisis es dura para todos, no todas las vivencias diarias son iguales, en este editorial te invitamos a pensar en ellos y tomar o exigir las acciones necesarias.

Las personas que sufren violencia doméstica son más vulnerables que nunca, en la gran mayoría de casos se encuentran confinadas con su agresor o agresora, bajo vigilancia, control y sin la oportunidad de escapar o pedir ayuda, esto es muy preocupante si se trata de mujeres embarazadas, niñas, niños y adolescentes. Preocupa además la violencia sexual y embarazos no deseados.

Las personas adultas mayores, las personas con enfermedades catastróficas y las personas con discapacidad también sufren de mayor vulnerabilidad, la posibilidad de acceder por sus propios medios a bienes y servicios indispensables para la subsistencia no solo que se dificulta, sino que en ocasiones se vuelve imposible.

Las personas en condiciones de calle y de escasos recursos, aquellos que viven del día a día se encuentran en una situación muy compleja, para ellos el resguardarse en sus casas y hacer cuarentena no es una opción, el contagiarse es una preocupación, pero lo principal es tener alimento en la mesa cada día.

Las personas migrantes sin residencia o trabajo fijo viven la crisis con enorme dificultad, a las peripecias económicas se les suma que son sujetos de actos de discriminación y su acceso a prestaciones de alimentación, salud, educación y vivienda es prácticamente nulo. Los ecuatorianos que no pudieron volver al país son otro grupo vulnerable, todos los días esperan que ellos y sus familias puedan acceder a un seguro retorno.

Un grupo particularmente ignorado es el de las personas privadas de la libertad, poco se sabe de las acciones que está tomando el gobierno para evitar los contagios, pero la situación de insalubridad y hacinamiento que viven los convierten en las víctimas perfectas, ya se conoce de casos de Covid-19 en cárceles del país y en una de ellas los privados de la libertad han iniciado una huelga de hambre exigiendo acciones.

Finalmente, no debemos perder de vista a todos los trabajadores que no han podido parar durante la pandemia, los agricultores, los transportistas, los que atienden de la tienda de barrio, quienes nos traen la comida, la medicina y el tanque de gas a nuestras casas, el personal de seguridad y quienes limpian y recogen la basura, entre otros.

No podemos olvidar a los trabajadores de la salud, quienes se encuentran en primera línea luchando contra la pandemia, con horarios extenuantes, con poco instrumental y recursos para trabajar seguros. Se han visto incluso obligados a comprar lo que necesitan de su bolsillo. Para colmo ellos están siendo discriminados, son vistos como agentes de contagio.

Todas estas realidades forman parte de esta crisis. Nosotras y nosotros, dentro de nuestros espacios, podemos hacer pequeñas y grandes cosas para que estas personas dejen de ser enormemente vulnerables. Les invitamos a pensar, actuar y exigir.